Es uno de los emblemas más típicos del invierno y la Navidad. Con el frío y las nevadas es el momento perfecto para hacer un muñeco de nieve. Este pasatiempo no solo es un reto para los más habilidosos y ‘manitas’, sino que también es una manera ideal de pasar tiempo en familia y rodeados de naturaleza.
El origen del muñeco de nieve no se conoce con exactitud, aunque algunos autores hablan incluso de la Edad Media. Desde entonces, esta tradición occidental se hizo popular gracias a cuentos, como el de Hans Christian Andersen, publicado en 1861. Actualmente no hay zona de montaña en plena temporada de invierno que no esté poblada por estos rechonchos hombres helados.
Muñecos de nieve paso a paso
¿Tienes experiencia? Aunque no lo creas, hacer un muñeco de nieve conlleva cierta técnica. Sobre todo, para que dure el mayor tiempo posible y no se derrita muy pronto. Desde Aramón te contamos todo lo que necesitas saber sobre cómo hacer muñecos de nieve de tres bolas.
¿Vale cualquier tipo de nieve para tu muñeco? Te recomendamos que sea firme y limpia, como cuando ha caído paquetón. Nada de nieve en polvo, porque no aguantará la estructura del muñeco.
También es importante el lugar donde vayas a colocar tu muñeco de nieve. Este debe ser plano, pues en pendiente acabaría rodando. Además, tampoco es aconsejable el asfalto o el cemento, que conservan más calor. ¿Lo mejor? Una explanada de césped. Si hubiera un árbol cerca que le dé sombra durante el día también es buena idea para que dure más tiempo.
Una vez hayas reunido la nieve de calidad y elegido el escenario perfecto, es hora de empezar a dar forma al muñeco de nieve. Para ello, tendrás que hacer cada una de las tres bolas de forma independiente. Empieza formando una bola que llegue hasta los 30 cm de diámetro más o menos. A continuación, hazla rodar por el suelo para que coja más nieve. Es importante que al rodar vayas cambiando la dirección para que adquiera una forma redondeada. Sobre el tamaño, ¡tú decides! Pero 1 metro de diámetro quedará muy bien. Es importante que, de vez en cuando, compactes la nieve para evitar que se desprenda.
Para la bola del centro y la superior, el sistema es el mismo; aunque estas deben ser progresivamente más pequeñas que la inferior. La tarea de colocar una sobre otra es mejor dejársela a los adultos, ya que a los niños podrían caérseles por culpa del peso. ¿Sabes qué truco está muy bien para que encajen a la perfección? Aplana la parte superior de la bola de abajo y la parte inferior de la bola del medio. Lo mismo con esta última y la de arriba. Así el muñeco de nieve tendrá más estabilidad. Además, te recomendamos que cojas nieve y la compactes entre cada sección para que el aspecto sea más uniforme.
Ahora llega la parte más divertida de hacer muñecos de nieve: ¡la decoración! Esto es una diversión total para los más pequeños y podéis dejar que fluya la creatividad. Lo más habitual es usar una zanahoria para la nariz; botones, piedras o carbón para los ojos, y más piedras o carbón para la boca. Para los brazos, solo tienes que buscar unas ramas.
¿Y no pasará frío el muñeco de nieve? Vístele con una bufanda o una corbata, un sombrero y hasta una camisa o unas gafas de sol. Eso ya queda en familia.
La obra ya está acabada y seguro que habéis pasado un momento feliz y divertido al hacer este muñeco de nieve. Para que no se lleven un susto, no te olvides de explicarles a los niños que se trata de algo pasajero y que el muñeco de nieve desaparecerá al cabo de unos días. ¡Lo mejor de todo es que os quedan muchos muñecos de nieve por hacer!