El otoño es un festival de colores. Los rojos, ocres, verdes, amarillos o marrones de las hojas de los árboles se orquestan para crear uno de los más bonitos espectáculos de la naturaleza e invitan a su contemplación o al disfrute en el paseo. Es también la estación de las temperaturas suaves y moderadas, sin el calor propio del verano ni el frío invernal, que invitan a contemplar la apoteosis forestal, a respirar hondo y adentrarse en la naturaleza pisando un suelo tapizado de hojas multicolor.
Pasear por un hayedo en un paisaje montañoso o por un recóndito camino de pastor puede ser una de las experiencias cumbre del otoño. Y el Pirineo oscense acoge enclaves por los que caminar y disfrutar con el porte de los árboles o los aromas del bosque, observando todo lo que salta a la vista acompañados por los sonidos de la naturaleza y el chasquido de las hojas secas con los pasos. Es momento de vaciar la mente, darse un festín sensorial a cielo abierto, así que toma nota de estas sencillas propuestas de rutas en las que no faltan magníficas vistas.
Ruta de los miradores de Panticosa
Haciendo honor a su nombre, esta fotogénica ruta pasa por cinco miradores desde los que contemplar los municipios aragoneses de Panticosa, El Pueyo de Jaca y gran parte del Valle de Tena, en la comarca de Alto Gállego aragonesa, en el Pirineo.
El itinerario es sencillo, fácil para principiantes y comprende unos 3 kilómetros de distancia circular con un desnivel de unos 200 metros. Para empezar hay que ir a la calle La Cruz en Panticosa, desde donde comienza una senda que pronto se adentra en un bosque denso, plagado de vegetación, perfecto para disfrutar de las tonalidades propias del otoño y de las vistas que ofrece el paseo a peña Telera, la Partacua, Búbal o la Foratata. Lo recomendable es hacer esta ruta con calma, y puede llevar aproximadamente una hora y media en recorrerse.
El bosque del Betato
Entre Tramacastilla de Tena y Piedrafita de Jaca, en el valle de Tena se encuentra el frondoso bosque que da nombre a la ruta. Se puede recorrer haciendo una ruta circular que conecta ambas localidades y discurre entre los grandes y esbeltos hayedos que crecen en las montañas, junto al rumor del río.
Es un trazado fácil, óptimo para oxigenarse con una naturaleza en estado puro y pararse para disfrutar de sus vistas. En un día claro se adivina el perfil del Midi D’ossau. Su explosión de colores es un deleite sensorial y si se quiere descubrir de una forma diferente, también puede hacerse a caballo. Además, este recorrido es perfecto para ir con niños en familia, ya que esconde muchas leyendas relacionadas con la magia y las brujas, que harán volar la imaginación de los más pequeños.
El sendero botánico de Gorgas de Alba, en Benasque
El valle de Benasque está rodeado por la mayor concentración de picos superiores a los 3.000 metros de los Pirineos. Este enclave, dentro del Parque Natural de Posets Maladeta permite hacer un sinfín de rutas tanto de alta montaña como sencillas, aptas para ir con niños. Es el caso del Sendero Botánico Gorgas del Alba, que discurre por un paisaje espectacular, que ofrece la imagen del bosque de hayas que alcanza su máximo esplendor en otoño, cumbres nevadas y cascadas cruzadas por la carretera que lleva hasta Llanos del Hospital de Benasque.
El sendero está señalizado y comienza frente al Hotel Turpi. A pocos metros de ahí, en el puente sobre el río Esera se encuentra el letrero que marca el inicio del sendero botánico. Durante el camino permite que la vista se deleite con la contemplación de árboles como hayas, pinos negros, abetos y tejo. Además, las especies características están indicadas con un cartel. También hay un mirador desde el que contemplar las impresionantes cascadas o Gorgas del Alba que el río Esera ha ido formando en su lecho. El tiempo parece se detiene al observar cómo el agua rompe en el río después de un gran salto.
Con apenas 130 metros de desnivel, la ruta circular es sencilla y apta para toda la familia. Sus 2,5 km de longitud se pueden recorrer fácilmente en una hora, aunque en función del ritmo y de las paradas que se hagan para admirar el paisaje puede llevar incluso dos horas y media.