Todo lo que debes saber sobre…las gafas de sol.
El título de este post puede parecer contradictorio, pero no lo es. Las gafas de sol, habitualmente consideradas un accesorio, se convierten en un objeto imprescindible en la nieve, ya que esta funciona como un espejo y refleja el 80% de los rayos ultravioleta –sobre la arena de la playa se refleja entre un 10% y un 25%-. Además, los efectos dañinos del sol cuando estamos rodeados de nieve aumentan con la altitud: cada 1.000 metros de altura crecen un 15%, por lo que la necesidad de proteger los ojos frente a las radiaciones solares es una cuestión indispensable.
Lo saben bien quienes han ‘olvidado’ ponerse las gafas algún día sobre la nieve. La llamada ‘ceguera de la nieve’ (que no implica pérdida de visión), cuyo nombre real es oftalmia, provoca un fuerte dolor, fotofobia al contacto con la luz, lagrimeo, ojos rojos y la sensación de tener arena. Habitualmente se cura en 24 horas con reposo en la oscuridad o vendaje ocular y un colirio. Pero hay otras lesiones, que no tienen efectos inmediatos sino a largo plazo, y que pueden dañar gravemente la retina, la córnea o el cristalino.
Si no quieres que eso te ocurra, no olvides nunca tus gafas, especialmente si tienes los ojos claros, ya que son más sensibles a la luz. Y ten en cuenta que, además de la luz, la acción combinada del frío, la nieve, el viento y la niebla puede ocasionar que los microcristales de nieve se proyecten hacia la córnea y causen lesiones en el ojo.
¿Qué gafas elegir?
Lo fundamental es que los cristales de nuestras gafas tengan un alto poder filtrante de los rayos ultravioleta, es decir, gafas de categoría 3 o 4 -que filtren al menos el 95% de los rayos-. En cuanto al material de la montura, lo ideal es elegir gafas de policarbonato. Es una cuestión de seguridad, ya que no nos dañaremos con ellas en caso de caída.
Y si tus ojos son especialmente sensibles a la luz es aconsejable utilizar gafas con protección lateral, para tener completamente cubiertos los ojos y evitar así que los rayos del sol los alcancen desde cualquier ángulo.
El color de los cristales no es lo más importante, pero sí hay unos tonos más apropiados que otros para determinadas circunstancias. Los amarillos y dorados permiten ver mejor los desniveles del terreno en días de niebla o poca luz; los cristales rosados ofrecen muy buena visibilidad en días grises; y los cristales oscuros, especialmente los verdes y marrones, son excelentes cuando luce un sol radiante, ya que además de permitir una buena visibilidad dan comodidad al usuario y evitan lagrimeos.
Los cristales de espejo, que habitualmente se escogen por cuestiones de estética más que de protección, son los mejores para evitar el deslumbramiento. Debes ser especialmente cuidadoso con estas gafas, ya que se rayan con facilidad.
Recuerda que una correcta protección es la clave para no poner en riesgo la salud de tus ojos.
diciembre 29, 2014
Las gafas de esquiar, un accesorio imprescindible
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