El precioso pueblo de Anciles es un remanso de paz. Allí no se oye nada, no hay coches –el acceso de vehículos está prohibido para los visitantes- ni apenas vecinos por las calles. No hay tiendas, ni bares. Sólo paz y tranquilidad al pie de las altas montañas que lo rodean, entre verdes prados y huertos con manzanas rojas.
Este pequeño pueblo, de tan solo 160 habitantes, acoge algunas de las más bonitas casas solariegas del valle de Benasque, la mayoría de ellas construidas entre los siglos XVI Y XVIII y que ahora muestran su mejor cara tras una cuidada rehabilitación.
Los gruesos muros de piedra de las casonas, los arcos y los patios interiores ajardinados son parte del paisaje. Todo está perfectamente acondicionado y cuidado. Y hay una característica arquitectónica que sorprende en muchas de las construcciones: los tejados en escalera, como el que se ve en primer término en la foto que abre este post.
El municipio de Anciles pertenece administrativamente a Benasque, del que le separan apenas dos kilómetros. El trayecto desde Benasque se puede hacer a pie, por un camino que parte de la entrada a Benasque (junto al hotel Aneto) y discurre paralelo al río Ésera en dirección sur. Allí solo se escucha el agradable rumor del agua y algunos caballos de las fincas más próximas que se asoman a ver a los visitantes. También se puede hacer el recorrido en coche por una estrecha carretera, casi un paseo entre verdes prados, que hace honor a su nombre -Paseo de Anciles-.
Una vez llegados a la explanada que da paso al pueblo, es el momento de dejar el coche y recorrer las callejuelas de Anciles, perderse entre patios, arcos y pasadizos, curiosear de casa en casa, ver detalles como el viejo carro que reposa ante una de las casonas principales, los escudos y tiradores de las puertas, el buzón de Casa Suprián que descansa junto a la puerta o las curiosas formas de algunas ventanas y sus contraventanas de madera.
La iglesia, de origen románico y también rehabilitada, ocupa uno de los edificios más céntricos y está totalmente integrada en el pueblo, ya que se accede a ella a través de una pequeña plaza que también da paso a otras viviendas.
Si quieres disfrutar de un producto local, puedes probar las manzanas de Anciles –o pommes d’Ansils- que se cultivan allí mismo, en varias fincas del pueblo, y cuyo secreto está, según dicen, en la diferencia de temperaturas entre el día y la noche, que hace que las manzanas estén más sabrosas y aguanten mucho más tiempo frescas.
¿A qué esperas para disfrutar de un tranquilo paseo por Anciles y admirar sus casonas? No dejes escapar la oportunidad de hacerlo en tu próximo viaje a Cerler y Benasque.
octubre 14, 2014
Un tranquilo paseo por Anciles
El precioso pueblo de Anciles es un remanso de paz. Allí no se oye nada, no hay coches –el acceso