Disfrutar y tener buenas sensaciones. Es que poco más hay que pedir de un día de esquí. Párate a pensar un momento. ¿Qué es lo que buscas cuando estás al aire libre, te gusta la montaña, el cielo es azul y bajo tus esquís la nieve es polvo? Pues ya está. Así que no te compliques la vida, porque en tu mano -bueno, en tus pies, porque se esquía con los pies- está disfrutar. Y el primer paso es tener claro, por ejemplo, tu peso y tu forma física para aplicarlo al material esencial con el que te vas a deslizar. Llegados a este punto, quién no ha escuchado aquello de ‘Esquí duro, bota dura’.
Vamos a ver si explicamos este entrecomillado. Cuando te plantas delante de la televisión para ver una prueba de descenso de la Copa de Mundo, el más top de las disciplinas del esquí alpino, lo más lógico es pensar que el deportista lleva una bota dura. Como si fuera una piedra. Pues no. Calza una bota más blanda que el que opta por el eslalon.
Entonces, ¿qué ocurre con la bota dura?
Paco Alegre, entrenador del Cetdi Aragón, responde claro: “No te ayuda a progresar”. Por lo que la derivada está clara. Con esa bota lo más seguro es que estés ‘tieso’ sobre los esquís por lo que no me voy a saber manejar con ellos. Así las cosas, el buen día y las buenas sensaciones se arruinan. Y se afea una estupenda jornada por algo tan sencillo que se puede resolver sabiendo qué bota tengo que calzar. Lo mejor es dejarse aconsejar en las tiendas y en los alquileres para adecuar nuestro nivel de esquí a un material ajustado a cómo esquiamos. Por un día que bajes una pista complicada no te creas que ya lo tienes todo hecho. Dale la vuelta a la situación. Con un material adecuado, posiblemente esa pista de dificultad la hubieras disfrutado más, que al final es de lo que se trata.
A la hora de adquirir o alquilar una bota es importante tener en cuenta el índice de flexión de esta. Un porcentaje relacionado con los kilos que se necesita aplicar en ese material para deformar. Y no es el mismo en todas las marcas por lo que prueba y comprueba. Otra cosa para tener en cuenta es que normalmente calzas la bota en una tienda con una temperatura diferente a la que vas a tener sobre la nieve. Además, sabes que el frío endurece un poquito el material por lo que hay que tenerlo en cuenta. Si en la tienda ves que te cuesta flexionar, olvídate de ella; en la nieve estará más rígida. Por eso, la bota tiene que estar relacionada con mi nivel de esquí y con mi peso. Y es que los kilos, también influyen en las botas y en las tablas que llevemos. Si eres corpulento y llevas un esquí blando manejarlo va a ser muy complicado en el momento que te desequilibres con tu peso. Pero eso lo abordaremos en otro post por ahora en este nos quedamos con los conceptos de «Esquí duro o bota dura».