José María Mata Herbert tiene 65 años, es hijo de uno de los fundadores de Cerler, dirigió la estación durante 5 años, desde 1978 a 1982, y ha seguido como consejero hasta hace unos pocos años. Es un enamorado de esas pistas, donde sigue esquiando siempre que puede, aunque ahora vive en Barcelona, donde sigue trabajando como economista y asesor de empresas.
¿Cómo recuerda los orígenes de Cerler?
Mi padre pertenecía a un grupo de esquiadores de Barcelona que participaban en competiciones, alguno había sido incluso campeón de España, y que promovieron inicialmente la estación de La Molina, en Cataluña. Allí encontraron una serie de barreras para hacer una estación como la que ellos pensaban y empezaron a buscar nuevos sitios. En aquél entonces, lo que es actualmente Baqueira estaba ya bastante avanzado, Formigal ya estaba también en marcha, y quedaban pocos sitios donde hacer una estación. Mi padre, que había estado esquiando en la Maladeta y en el Aneto, y que era socio del centro excursionista del refugio, siempre decía que la zona de la Maladeta era magnífica. En casa teníamos fotos de mi abuelo que había estado allí en una cacería en el año 12 y se veían todas las montañas cubiertas de nieve en verano. Bueno, pues mi padre y algunos más pensaron en ir al valle de Benasque para hacer una prospección, con el director de La Molina, Joan Alabau, y algunos más.
A Cerler había que subir entonces en mulo…
Era el año 60 cuando llegaron a Benasque con la intención de hacer una prospección en la zona, pero Alabau que era el que conducía se puso enfermo, cogió una pulmonía. Hablando con la gente del lugar les dijeron que por qué se querían ir hasta la Maladeta, que podían ir al pueblo de arriba, que se llamaba Cerler, donde había mucha nieve y una zona que podría ser interesante. No había carretera todavía, así que cogieron unos mulos y subieron al pueblo, muy pequeño entonces, solo lo que es el casco antiguo. Se hospedaron en casa Ledo, la de los Güerri, que les enseñaron la zona. Les gustó mucho y enseguida tomaron la decisión de crear allí la estación. Se hizo la prospección, los estudios pertinentes, se pidió el permiso correspondiente al Ministerio de Información y Turismo… y finalmente la estación abrió en 1970, ya con la carretera construida.
Además de la carretera, ¿qué instalaciones tenía entonces la estación?
Había dos telesillas y dos telearrastres, que se habían terminado de instalar en 1969, pero como aún no se había terminado de construir la cafetería de la cota 2.000 se decidió esperar a la temporada siguiente para abrir al público. Hubo otro director antes que mi padre, que al principio estaba aún de gerente en La Molina. Luego ya vino a Cerler de director.
Y usted esquiaba desde pequeño…
Sí, esquiaba desde pequeño pero me fui a vivir a Alemania, donde estuve veinte años, así que estuve un poco desconectado de Cerler en esa época. Volvía a España cuando terminaba el semestre de estudios, que allí termina en febrero y vuelve a arrancar en abril, así que podía estar en Cerler durante esos dos meses de invierno.
Y después se trasladó a Cerler
Sí, ahora vivo en Pero ahora vivo en Barcelona, donde sigo trabajando como economista, pero voy siempre que puedo, tengo un apartamento allí. Y me casé con una benasquesa, que es una gran esquiadora, ha sido campeona de esquí de Aragón.
¿Usted también ha competido?
No, yo no. He sido buen esquiador, pero nunca he competido. Y mi hija también esquía, por supuesto, el esquí lo llevamos toda la familia en la sangre. Mi hija hizo incluso un trabajo de fin de curso sobre Cerler en el que incluyó muchas fotos antiguas del álbum familiar (fotos blanco y negro).
Y sigue esquiando…
Sí, siempre que puedo estoy en Cerler esquiando. Me han operado de una cadera, hace un año me pusieron una prótesis y he vuelto a esquiar poco a poco. Ahora intento escoger los días con buena nieve, mucho sol y poca gente, a poder ser entre semana, para esquiar tranquilo. Este fin de semana he hecho mi primera bajada con la cadera nueva. (vídeo)
¿Siempre esquía en Cerler?
Cuando voy a esquiar voy siempre a Cerler. Desde Barcelona me pilla más cerca la Cerdaña, donde tengo una casa, pero en invierno vengo siempre a Cerler. Y, si puedo, voy de jueves a domingo. Y así pretendo seguir… mientras pueda (risas).
¿Cuáles son sus pistas favoritas?
¿La mejor pista? es difícil decirlo. Podría decir que para mi la mejor es Cogulla, pero también me gusta el Rincón del Cielo… y Gallinero porque es un descenso largo. Incluso la pista de El Molino hasta la base de la estación es muy buena, aunque desgraciadamente cada vez hay menos nieve en esa zona.
¿Y otros rincones que le guste visitar cuando viene a Cerler?
Un sitio del que estoy enamorado es el Hospital de Benasque, es una maravilla. Me gusta acercarme por allí y ver a Jorge Mayoral. Hace tiempo estuve trabajando también con la Federación de Esquí y en su día estuvimos marcando lo que hoy en día es el circuito de fondo. No se podía sobrepasar una cierta altura para poder homologar las pistas de acuerdo con los criterios de los países nórdicos.
¿Qué es lo que más recuerda de su etapa como director de Cerler?
Hay tantas anécdotas… Y no solo de la estación, había mucha implicación con todo el mundo, muchas iniciativas para promocionar el valle, éramos como una familia. Organizamos la semana de la pesca de la trucha, concurso de fotografía o un torneo de ajedrez. Hay que tener en cuenta que cuando se inauguró Cerler ni siquiera había una ambulancia en el valle de Benasque. Y la ambulancia de la estación la cedíamos en todo momento, hasta que finalmente la Cruz Roja puso una, y luego llegó una tercera. Había mucho por hacer y las cosas han cambiado mucho desde entonces.
¿Y algo que aún esté pendiente de mejorar?
Lo que más me duele es que la carretera de acceso al valle siga casi en las mismas condiciones que hace cuarenta años. Siendo director de Cerler me eligieron presidente de Atudem, la asociación Asociación Turística de Estaciones de Esquí y Montaña. Y tengo una espinita clavada, y es que pese a tener muy buenos contactos con políticos de todo signo, no haber sido capaz de convencerles de la necesidad de arreglar la carretera. Después de pasar el Congosto hay un puente estrechito, que era de traviesas de madera. Lo que sí logré es que pusieran una viga de hormigón y que ya pudieran cruzar dos coches a la vez, pero esa fue la única mejora.
febrero 23, 2016
José María Mata, exdirector de Cerler: “El esquí lo llevamos toda la familia en la sangre”
José María Mata Herbert tiene 65 años, es hijo de uno de los fundadores de Cerler, dirigió la estación durante