¿Has pensado alguna vez en todo el trabajo que hay en una estación antes de que arranque la jornada de esquí? ¿Y tras un fuerte temporal de nieve, cuando las pistas están cubiertas de una espesa capa blanca? Aunque aún siga nevando débilmente o sople el viento, los trabajadores de la estación deben trabajar duro para acondicionar las pistas y que todos podamos disfrutar horas después de una gran jornada de esquí.
La gran nevada ha dejado imágenes de postal, pero hay mucho que hacer. En plena madrugada las máquinas quitanieves tienen una gran tarea en el entorno de las estaciones: lo primero es limpiar las carreteras para permitir el acceso. Y este es solo uno de tantos trabajos ‘invisibles’ para la mayoría de esquiadores que aseguran que todo esté a punto al inicio de la jornada. Hay que acondicionar los remontes y las pistas, hay que revisar si hay pilonas con poleas congeladas, o varillas y sistemas de seguridad que aun tengan nieve encima, hay que despejar también de nieve las zonas de embarque y desembarque de telesillas y telesquís…

La tarea de ‘pisar’ las pistas para que los esquiadores puedan deslizarse cómodamente y con seguridad por ellas es de las más importantes tras una gran nevada. “Tenemos dos turnos de maquinistas, desde que la estación cierra por la tarde hasta que abre al día siguiente.

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Cuando hay una gran nevada, reforzamos la tarea de primera hora de la mañana, sobre todo en las pistas de debutantes. En pistas azules y verdes damos la última pasada justo antes de abrir la estación”, explica Juan Carlos Buisán, responsable de Montaña de Cerler, que lidera los equipos de Pistas, Nieve y Máquinas de la estación.

Y en las pistas rojas y negras, ¿es necesario pisar tanto como en las otras? Algunos esquiadores expertos sólo reclaman la presencia de máquinas pisapistas cuando se forman bañeras. “El esquiador de buen nivel no es que no quiera que le pisen las pistas, pero siempre buscará huellas nuevas, sea en pistas o en los laterales de pistas. Si es un experto, le gusta el palmito ese de nieve por donde no haya pasado la máquina”, apunta el responsable de Montaña.

Los maquinistas luchan siempre contra la nieve y el viento. Si después de pasar la máquina continúa nevando y soplando el viento, una pista puede tener encima una nueva capa de dos dedos de nieve cuando llegan los esquiadores, lo que hace invisibles los surcos. “Si está nevando fuerte, es posible que no se vean, pero los esquiadores pueden estar seguros de que se han pisado las pistas“, asegura Buisán, al frente de un equipo de 8 máquinas pisapistas y 11 maquinistas que trabajan sin descanso.
Desde el momento en que cierra la estación a las cinco de la tarde, las máquinas comienzan a trabajar, y no dejan de hacerlo a lo largo de toda la noche. “Para una mejor conservación de las pistas es mejor pisar las pistas por la tarde, ya que así da tiempo a que la nieve se compacte, se asiente bien; y así por la mañana aguante un poco más, al esquiador le cuesta un poco más arrancar la capa superior y, por eso, pasa más tiempo antes de que se empiecen a formar bañeras.
Ya has visto que la estación no duerme. No importa cuánta nieve haya caído, en tu próxima jornada de esquí encontrarás las pistas en perfectas condiciones.
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